La Inquisición que nadie se esperaba, y los libros y libreros que nos pueden librar de ella
por Ana Laguna
“Son organizados, saben dónde está todo, y como son tan sigilosos, nunca sabes por dónde acechan” comentaba Stephen Colbert, al anunciar que la Administración Nacional de Datos y Archivos americana (los bibliotecarios) había requerido una investigación criminal sobre el expresidente americano, Donald Trump. Esos bibliotecarios “silenciosos pero mortales” pueden ser por tanto los responsables últimos de que una de las administraciones presidenciales más disfuncionales de la historia sea llevada ante la justicia. El delito denunciado es la “apropiación y almacenaje” indebido de documentos estatales, algunos altamente secretos y relativos a armas nucleares. La alarma administrativa ha quedado completamente justificada, dado que en estos tiempos de renovada sensibilidad nuclear, recuperar y archivar apropiadamente esos materiales resulta esencial para evitar una catástrofe nacional además de humana.